¿Qué hacer?
Muchas veces como padres, notamos que algunos años son muchos más complejos para nuestros hijos, debido al incremento de tareas, responsabilidades y dificultad de las asignaturas. Pero hay ocasiones que comenzamos a notar mayores dificultades escolares, especialmente cuando durante los años anteriores no las hay. Esto puede ser sinónimo de que algo está pasando en el mundo interno de nuestros hijos.
Es en este punto donde comienza el desgaste emocional de los padres, hijos y familia, debido a que los hijos ya no quieren estudiar ante el fracaso constante y los padres o tutores en función de que éstos se esfuercen más, comienzan a exigir, muchas veces desencadenando castigos, retos y ocasionando como respuesta por parte de los niños las insolencias, rebeldías, y sobre todo desesperanza.
Esta desesperanza en los niños como en el adolescente terminará convirtiéndose en un círculo vicioso, donde cada vez habrá menos motivación de estudiar, más conflictos familiares y posiblemente dificultades para asistir al colegio.
Y es aquí donde muchas veces escuchamos a fin de año decir por parte de los profesores: “mira en realidad es un buen alumno pero este año se puso muy flojo y necesita madurar, por lo cual repetirá por inmadurez”. Y para los padres ya no es extraño este comentario, porque en verdad han luchado todo el año pero ya no saben qué hacer, confirmando lo señalado por el o la profesor(a). Afirmando la decisión del profesor y con la esperanza para que el próximo año entre con mayor motivación, probablemente se les asignen a estos estudiantes en las vacaciones castigos y/o reforzamiento en aquellas asignaturas de mayor dificultad para que así el siguiente año sea más fácil de sobrellevar.
También está el caso cuando un niño recién ingresa al sistema escolar, y al término del año, el o la profesor(a) les señala que es recomendable la repitencia en su hijo, ya que hasta la fecha no es capaz de seguir normas o realizar las actividades como corresponde, por lo cual sus niveles de maduración aún no han alcanzado un desarrollo esperable para su etapa escolar.
Ante este hecho tengo que decir que realmente el problema es mucho más complejo que esto.
Los estudios relacionado con el desarrollo humano fijan comportamientos típicos de la edad, como también ciertas habilidades mentales que deberían desarrollarse a ciertas edades (esto no quiere decir que cumple 10 años y debe hacer todo lo que se espera, ya que el crecimiento no siempre es homogéneo, siempre hay mayores habilidades para algo y otras que son más difícil desarrollarlas). Sin embargo, hay un rango de habilidades y conocimientos que deben adquirirse, según el desarrollo evolutivo, por lo mismo el ministerio de educación fija sus metas académicas mediantes estos estudios y desarrollos esperados.
Por lo tanto, probablemente los profesores están en lo cierto en relación que este estudiante no ha alcanzado los niveles madurativos esperables para su etapa escolar.
Entonces la pregunta que es importante realizar es: ¿por qué motivo mi hijo no ha logrado los niveles madurativos esperables para su edad?
Ésta es la pregunta más relevante, quizás en este periodo estén pasando cosas a niveles familiares como la muerte de un ser querido, problemas en el pololeo, separación de los padres o también podría estar relacionado a dificultades de aprendizaje jamás identificadas, entre otras.
Sin embargo, lo importante de señalar, es comprender que jamás la inmadurez es algo que debemos tomar a la ligera, como padres es importante detectar estos elementos e intentar de relacionar las dificultades académicas con alguna posible dificultad emocional , ya sea hechos familiares como individuales, sin esperar que ellos nos comuniquen específicamente los que les pasa, ya que un niño o adolescente muchas veces no es capaz de comprender sus emociones y por más que les preguntemos qué le pasa, no hay respuestas comprensibles ante estos hechos y tenemos que ser nosotros como padres capaces de comprender y dar una lectura a los comportamientos y emociones de los hijos.
Por lo tanto; madres, padres o tutores, es necesario siempre que frente a estos cambios de actitudes en el colegio preguntarnos qué podría estar pasando, en vez de quedarnos aceptando los hechos, debemos ser cuidadores capaces de interpretar, comprender y sostener las diferentes necesidades, para así propiciar un ambiente protector y de apoyo. De esta manera dar la posibilidad de entregar un desarrollo sano, creando niños que en su adultez logren comprender y empatizar con otros y sobretodo con ellos mismo, impidiendo a futuro el desarrollo de otros trastornos de mayor complejidad.
Si este tema es de su interés, pueden realizar sus comentarios o preguntas sobre a Nataly Valdivia, especialista en servicios de psicología en especialización en atención infanto-juveniles, quién es la autora de este consejo exclusivo para nuestro sitio web de NOPIOX.